domingo, 26 de abril de 2009

Esperpento

Ya casi lo he olvidado. Triste, somnolienta tomo de nuevo la botella de ginebra posada sin cuidado en la mesita de noche. El alcohol es mi medicina, mi cura, mi pañuelo de lágrimas. Ya casi no siento tu duro paso a través de mi garganta, ni el calor que me transmites cuando bebo de tu fiel y eterno sabor. Eres mi única amiga, inseparables las dos, ya no se vivir sin ti, me tienes loca, enamorada de tus efectos, de la visión borrosa que reproduces cada noche en mi habitación. Incluso la vida parece tener mas sentido cuando no soy consciente de la realidad. Mi dulce botella. Amargo destino.
Las calles desde mi ventana parecen salidas de un sueño, las farolas se mecen como olas de mar, y algún que otro transeúnte anda con prisa y parece no llegar a ninguna parte, cuello del abrigo erguido y sombrero.
Lo veo todo, lo mismo da abrir los ojos que tenerlos cerrados, la misma visión irreal e insólita atraviesa mi mente como una flecha aguda, y hace daño. Pero ya da igual. Solo es real tu visión, el resto es vida de otros.
La luna permanece quieta, en lo alto, y casi puedo tocarla, solo tengo que alzar la mano, extender los dedos un poco más… un poco más… y puedo tocarla. Luna errante, tan perdida como yo. Te veo… te veo… o no te veo… no importa, eres tan real como mi visión me permita y hoy existes como existo yo. Pareces sumergida en el agua, ¿estas flotando? Debe de ser otra vez una ilusión…
¿Qué veo? Reflejo de luces, son luces de bohemia esparcidas en un charco.
¿Dónde está el esperpento? En el fondo del vaso.