domingo, 12 de julio de 2009

Tradiciones

Día 12 de julio, en pleno San Fermín.

Y otra vez vuelta a la tradición: los toros.
Quiero que conste que no tengo nada en contra del encierro como tal; quien quiera correr delante de toros, quien quiera sentir la adrenalina por sus venas debido a la emoción, al peligro, adelante, que corra. No tengo nada en contra del encierro, incluso me parece bonito, y ¿por qué no? Emocionante, sobre todo cuando la gente hace todo lo posible para distraer al toro que se ha empeñado en cornear a un chico. Todo esto me parece muy bien, es una tradición que llama a mucha gente.


No hay nada de malo en esto pero, ¿qué hay de aquellos zopencos que no respetan, por no respetar, ni su propia vida? Ajá, me refiero, en un primer lugar (y en el escalón de más abajo) a esos insensibles, creídos y anormales estúpidos que bajan a torear a las vaquillas a eso de las 8:15 después del encierro en la, por todos conocida, plaza de toros. De nuevo no tengo nada en contra de aquellos que se dedican a torearlas y punto, el problema empieza cuando el listillo de turno comienza a darle golpes a la pobre vaquilla, a tirarle del rabo (te tiraba yo a ti del rabo pedazo de idiota a ver si te duele) y a cogerle de los cuernos. Claaaaro, como no hay mucho peligro ya que son vaquillas y no toros y, pues ya está, a hacerte el valiente delante de tus amigos o de tu novia que te está viendo desde la grada. Deja de ser, por una santa vez, un inútil y deja a la desorientada vaquilla en paz, que ella no tiene la culpa de respirar el mismo aire que tu, porque ¿sabes una cosa? Respiran, sí, está viva, al igual que tú. Ella no ha podido elegir su destino y ha acabado allí, en la plaza de toros de Pamplona, rodeada de blanco y rojo. Fíjate en el resto de personas que están contigo, la torean un poco, para aquí y para allá y ya está, pero no la pegan. Aprende un poco anda, que falta de hace.

Por no hablar… de… las corridas de toros. Para esto no tengo palabras, no hay ninguna expresión que valga para describir el horror de este espectáculo. Nunca he ido a ver una corrida de toros y nunca voy a ir, no pienso fomentar esta aberración de la naturaleza humana, el fomento de nuestra parte más cruel y salvaje. ¿Qué necesidad hay de ir matando al toro pooooco a poooocoooo clavándole banderillas y ENCIMA que la gente se burle del toro, que aclame al torero? Podría pillarles el toro a todos los toreros del mundo, que, mientras otros lloren, yo reiré.
Porque quien ríe el último, ríe mejor.