domingo, 15 de febrero de 2009

Inocencia


Espero paciente esa sonrisa. Respiro hondo y sigo esperando que me digas algo, aunque sea que no me quieres. Sigo esperando, y los minutos son eternos, desvaídos, como un sueño del que quieres despertar y no ves la salida. Toc-toc, llaman a la puerta y me concentro en seguir el ritmo de mis pies. Siguen llamando y abro la puerta. Me seco los ojos antes de que aquel desconocido me vea llorar. Soy débil, pequeña. Miro al desconocido casi sin verle, sin curiosidad, sin ningún tipo de interés. Me trae una flor. Le doy las gracias al mensajero y cierro la puerta. Él todavía sigue allí, de pie, tal y como se habia quedado cuando le perdi de vista. Le miro con ojos suplicantes. Leo la nota que viene con la flor, su texto es simple: "solo quiéreme". No se qué pensar, tu mirada fria me hace dudar de lo que acabo de leer. Alguien con la mirada tan fría no habría sido capaz de escribir esta nota. Las piernas me tiemblan y la mente se esfuerza por no perder el sentido, pero no entiendo. "Perdoname", tus palabras retumban en mi cabeza igual que cuando me las imagino, solo un sueño, lejos de la realidad. Pero suenan tan convincentes que me quedo sin aliento. Despacio, temiendo chocarme contra el muro invisible que separaba nuestros cuerpos, acorto la distancia entre los dos. Ojalá pudiera entenderte, ojalá tuviera motivos para creerte. Se que soy una ingenua, pero me hago ilusiones contigo y pierdo el control de mis pensamientos. Eres tú y nadie mas, al menos en este momento puedo imaginarme lo que siempre he soñado, déjame disfrutar de mi inocencia.

domingo, 1 de febrero de 2009

Cristal


Mañana triste y lluviosa, fría y pálida, incómoda como el hielo.
Fuera, la gente pasea con los cochecitos de bebés, caminan bajo un paraguas estropeado, corren, se escuchan pitidos de los coches intranquilos. Todos tienen prisa, nadie sonríe, la gente aprieta los labios y sigue adelante para no sentir el frío y contagian su malhumor al resto de los transeúntes. Nadie tiene tiempo, todos andan deprisa, nadie se detiene a saludar. Nadie sonríe.
Y ella lo ve a través del cristal, viéndose reflejada en él y se compara con ellos. Ella observa sin hablar, mientras espera que se enfríe su café.
Cada mañana se sienta en el mismo lugar, en el rincón más alejado de la barra del bar y rozando el cristal. Sus mañanas son largas e iguales. Monotonía a través del cristal, tristes días. Es interesante ver medio cerrarse los párpados al punto de la mañana, que miran sin ver, siguiendo su trayectoria, igual que cualquier otro día. Árboles sin hojas, y el suelo mojado, resbaladizo.
Ella se siente diferente, sabe que es diferente.
Una gota resbala por el cristal, dividiendo tu reflejo en dos. Trata de tocar la gota, pero no llega, algo los divide, algo transparente que marca la diferencia entre dentro y fuera, entre el frío y el calor, entre ella y el resto del mundo.
Su mundo está dentro del cristal, no entre el frío andar sin sentido de cada persona que se pierde entre la multitud.
Frío, soledad, tristeza y monotonía, así son los días fuera del cristal.

Irreal

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Lo suficiente.
-No se lo dirás a nadie.
-No me obligues a gritar.
-Te tomarán por loca.
-Loca me volveré si no lo cuento.
-No lo hagas.
-Nadie me lo va a impedir.
-Sabes que sí.
-Inténtalo entonces.
-No me obligues a usar la fuerza, sabes que lo detesto.
-Revélame tu secreto, ¿quién eres?
-El bien y el mal, luz y oscuridad, el yin y e yang.
-No eres real.
-Soy todo lo real que tú quieras que sea, imagínatelo, soy parte de tí.
-Mientes.
-Soy tus miedos, dudas, alegrías, vivo en el lado de la inconsciencia humana, real y no real, ser y no ser.
-Necesito despertarme de esta loca pesadilla, tres, dos, uno, ya.