domingo, 10 de mayo de 2009

Menguante

Y realmente parece que la luna brillara un poco menos sobre esta ciudad.
Me despierto a mitad de la noche y no te encuentro, no me atrevo a abrir los ojos y comprobar que realmente solo estoy yo bajo estas mantas. Otra vez no, por favor. La almohada se cansa de verte marchar una y otra noche, sin hacer ruido y dejando un vacío en esta cama tan grande que me siento tan pequeña en ella… que tiemblo de miedo.Me duermo contigo, y despierto sin ti.
No te marches esta noche- te digo una y otra vez, acurrucada como estoy abrazada a tu pecho desnudo.-No me dejes despertar sola.-
Con cuidado, abro los ojos para entrever en la penumbra que tu hueco está vacio, que una vez más no despierto contigo, y las ropas esparcidas la noche anterior por la habitación ya no están.
A mitad de la noche salgo a la calle con mi viejo abrigo gris que tantos años me ha oido llorar y paseo bajo una luna menguante, ni triste ni sonriente, que me mira con ojos de madre y me mece entre el viento de la calle. Hace frío, mucho frío pero me da igual, nunca será tan estremecedor como el que siento bajo la ropa. Hace tanto frío que mis orejas, ardiendo la noche anterior, se sonrojan casi vergonzosas. Sí, de nuevo te has marchado, pero por última vez, no quiero ser tan vulnerable por tí, no soporto la idea de perderte, pero necesito no perderme a mí. Tendré tiempo para olvidarte, aprenderé a no llorar por ti, la luna me ayudará y yo me levantaré para no volver a caer.
Que ciudad tan grande, mi escondite, y entre tanta gente loca por la vida a altas horas de la noche tú me miras desde el cielo infinito y me sonríes. No me dejes luna, el mundo es demasiado grande y me pierdo, mi cuerpo se confunde y mi mente no para de darme motivos para alejarme de la realidad.
¿Alcohol, eres mi solución? Espérame, voy a buscarte, llévame lejos.