sábado, 13 de junio de 2009

Globales

Quizás es el tiempo el que me agobia, ya no sé en qué momento me desenganché del reloj, del calendario, de la agenda ajetreada. Casi no sé en qué día vivo, ni en qué mes ni en qué año. Me he bajado del tren.
¿Es ya verano? El calor me adormece incluso son las persianas bajadas. Los apuntes me absorben y la botella de agua se vacía. Ni un respiro, pasas horas mirando embobada una hoja de un libro fotocopiado, intentando entender lo complicada que es la vida, las reacciones biológicas. Compuestos, fórmulas, más compuestos, más fórmulas, ciclos de Krebs, de Calvin, el fosfoenolpiruvato…
Ribulosa difosfato carboxilasa oxidasa, la enzima más importante de la naturaleza. Y resulta que es imperfecta.
Miradas agobiadas, temblores, inseguridad, nervios, desconcierto… perder el rumbo. Las horas están contadas, el reloj parece burlarse de ti y acelera las manecillas a su antojo. Tienes el tiempo en contra (si es en contra de gradiente se precisa energía). No puedo más, ¡socorro!
Los días temidos de exámenes globales de la universidad. La frase más sonada: debería haber empezado a estudiar antes. Tráfico de apuntes, la biblioteca abarrotada.
Mi humor cambia a cada segundo, un segundo que se convierte en minuto por antojo del reloj.
Necesito respirar

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